GUERRILLA URBANA MADRILEÑA El Partido Comunista intenta trasladar el movimiento subversivo a las ciudades. Aunque son conscientes de que no cuentan con los hombres adecuados ni, sobre todo, disponen de la intendencia necesaria para hacer factible una guerrilla urbana operativa, los comunistas no pueden descartar un procedimiento armado que maniobre en las arterias centrales del sistema y prometa una repercusión propagandística importante. Así, desde el invierno de 1944 van llegando a Madrid, coincidiendo con las operaciones de jalonamiento de las invasiones pirenaicas, los primeros combatientes de la Resistencia francesa. El impulso definitivo se produce en enero de 1945, cuando llega a la capital José Vitini Flores, teniente coronel de las FFI y uno de los militares españoles más sobresaliente en la lucha contra los nazis. El destacamento penal de Valdemanco, en las afueras de la capital, permite a los guerrilleros abastecerse de dinamita y reclutar hombres para la lucha. Los maquis comunistas llegan con la intención o el encargo de canalizar la actividad revolucionaria hacia la propaganda y el proselitismo. Además de activar una serie de pequeñas imprentas clandestinas—instalada una en la Embajada de Estados Unidos y manipulada por un empleado de la delegación, y otra en un subterráneo de Carabanchel - fijan sus trabajos subversivos en los medios de comunicación controlados por los falangistas y en los falangistas mismos.
La guerrilla urbana madrileña dirigida por Vitini tiene su actuación desde enero de 1945 a abril; el 28 de abril de 1945 son fusilados algunos de ellos y otros en octubre del mismo año, después de haber sido detenida parte de la estructura directiva y organizativa del PCE clandestino. Tras la caída de la guerrilla de Vitini, la delegación del PCE en Francia piensa en Cristino como el candidato más adecuado para sustituirle. Cristino, que desde principios de 1945 estuvo preparándose en la Escuela de Capacitación Política y Militar de Toulouse con cursos de preparación política, explosivos, actos de sabotaje y de organización, entra en España clandestinamente el 15 de abril de 1945 para hacerse cargo de la jefatura de la Agrupación de Guerrilleros y del Servicio de Información en Madrid. Éste llega a Barcelona, junto con otros tres individuos, con una documentación falsa a nombre de Fernando Amador y diez mil pesetas. Está en Barcelona dos días y después coge un tren con dirección a Madrid llegando el día 19. En Madrid instala con la ayuda del Comité Provincial del PCE una oficina en la calle de Carretas, donde organizaba sus misiones y labores clandestinas. Tiene como principales misiones organizar grupos guerrilleros que tendrán que realizar actos de sabotaje, atracos y robos en los llamados “golpes económicos”, asaltos a centros de Falange, atentados contra la vida de miembros destacados del régimen franquista y de aquellos compañeros que son calificados de “dudosos” o chivatos, algo que sucedería con posteridad. También tienen como misión difundir la política de Unión Nacional a través del periódico Ataque, pero la policía descubre los dos primeros números de abril y mayo. Cristino y Agustín Zoroa se plantean la necesidad de que la guerrilla de la ciudad tenga un grupo formado en la sierra de Guadarrama para enviar a guerrilleros que estén quemados en Madrid y cuando haya que realizar algún acto o acción en la ciudad bajen y se vayan una vez concluido. Tras el fracaso de conexión entre los guerrilleros de la sierra y de la ciudad enviando a los que estaban quemados, la organización considera que se renuncie a tener guerrilleros venidos de la montaña e ilegales en Madrid. Es evidente que los guerrilleros deben ser aportados por el PCE, por ello se hace un sistema de unidad entre la dirección de guerrilleros y el Comité Provincial que garantice el trabajo y que con este aparato se asegure el reclutamiento de los guerrilleros. Los mandatos de la organización guerrillera muy teóricos son llevados casi con total similitud en la práctica por parte de guerrilla urbana de Cristino, unos sistemas y unos planteamientos que no son fijos sino que están sujetos a cambios según las exigencias de la lucha. El Jefe de la Agrupación, en este caso Cristino, transmite todas sus órdenes y orientaciones por contacto directo con su ayudante, Antonio Medina Vega “Canario” , enlaza directamente con los jefes de secciones, cuyos jefes son Luis Fernández de Ávila y Alejadro Moreno Gómez y a su vez las transmite al jefe de la Agrupación. Las secciones están compuestas por 10 hombres, el jefe de la sección y tres grupos de tres hombres. Cada jefe de sección lleva la parte de información y un destacamento de explosivos, mechas, cartuchos y líquidos inflamables que lo conocen además del jefe de sección, el jefe de la Agrupación y una mujer, que a su vez controla a una o dos mujeres más, que se encarga del transporte de las cargas y las armas los días de operaciones hasta las proximidades del objetivo; así mismo el jefe de la sección controla directamente al armero y taxistas. En el caso de la guerrilla de Cristino, la mujer que enlaza directamente con él es Nicolasa del Carmen Hernández Ramos encargada de transportar las armas de los depósitos a los lugares de acción y de ayudar en la elaboración de artefactos y botellas de líquidos inflamables, siendo ayudada en la organización por Esperanza Serrano Serrano. Los depósitos son dos refugios antiaéreos, uno situado en la calle Fernández, oculto al fondo de una galería y cubierto por saco y bloque de tierra y el segundo en la calle Bravo Murillo, cubierta la galería con cartones. Trabajan en la organización guerrillera dos armeros que pertenecen al Ejército de Aviación, Joaquín Almazán Alonso y Balbino Moya García que ayudan a los guerrilleros en la compra y mantenimiento de una serie de armas. El servicio de taxis lo hace Serafín Martins Martins, además la organización cuenta en su poder con dos vehículos para su uso. Con este tipo de organización se garantiza que la caída de guerrilleros o de un grupo no suponga la de la organización, y la seguridad del jefe de la agrupación esté fuera de toda duda. Pero como siempre la práctica es diferente a lo propuesto en la teoría, porque por falta de estructura, de elementos preparados para desarrollar una guerrilla urbana de este tipo y por la dura represión vivida, los objetivos sólo pueden realizarse a medias. Cristino siempre estaba expuesto al peligro al tratar de dirigir las acciones personalmente con lo que ello significa. También estaban los problemas económicos de algunos de los guerrilleros que llegan a quedarse dinero de algunos de los golpes económicos realizados, alejándoles de esta manera de los verdaderos objetivos de la lucha antifranquista, haciéndoles olvidar su vida política necesaria en los postulados del PCE de no dejar de lado lo político y lo militar. A un guerrillero se le ve incluso haciendo estraperlo en la Plaza Mayor por las necesidades económicas del momento. No obstante y a pesar de que Zoroa y otros superiores le advierten que el grupo no es tan firme y seguro, que no arriesgue tanto en las acciones y en su trabajo, controlando más el dinero obtenido en los robos, Cristino sigue teniendo máxima confianza en sus hombres como ya lo hiciera en el maquis francés, incluso formando un grupo especial de guerrilleros o también llamado grupo de cazadores, integrado por los guerrilleros más audaces y cualificados para acometer las acciones arriesgadas y con más responsabilidad. Se está viviendo una época en que el seno de los partidos comunistas el ambiente estalinista está presente, aquellos que siguen una política diferente a la que promulga la vertiente oficial y ortodoxa del PCUS o que se atisbe un desviacionismo ideológico es considerado como provocador y es acusado de chivato e infiltrado en la policía, por ello se inicia una campaña para apartar a los comunistas acusados de desviacionismo y una “caza de brujas” con la eliminación física de muchos de ellos. En el caso del PCE, cada vez y gracias a recientes investigaciones van saliendo más nombres. Una de las misiones que encomiendan a Cristino es el asesinato de Gabriel León Trilla y Alberto Pérez Ayala, la orden parte del propio Santiago Carrillo desde Francia y Cristino les dice: “Yo soy un revolucionario y no un asesino”. Éstos son asesinados el 6 de setiembre y el 15 de octubre respectivamente por los hombres de Cristino, pero sin su participación. Las principales acciones realizadas por la guerrilla urbana de Cristino hasta su detención y desintegración como guerrilla son las siguientes: en agosto colocación de un artefacto de plástico en un transformador de luz en la carretera de Extremadura, el 14 de septiembre atraco a las oficinas de Renfe en el Paseo Imperial llevándose 21.148 pesetas, el 2 de octubre asalto al centro de Falange en la calle Ayala y el 9 de octubre atraco a la sucursal urbana del Banco Central de la calle Delicias, llevándose un botín de 143.000 pesetas. Esta situación, tan alejada de los tiempos de Francia, incomodaba a Cristino, que comentó a sus subordinados: “El trabajo que estamos haciendo aquí en Madrid es bastante sucio, y yo no sirvo para esto. El día menos pensado cojo el macuto y me voy a la sierra, que es lo mío”. Los dirigentes del PCE Santiago Carrillo y Fernando Claudín (cuestiones políticas) y Juan Modesto y Enrique Líster (cuestiones militares), Luis Fernández (intendencia y sanidad) y Emilio Picazo (guías y pasos), se habían aprovechado de la confianza y de la fidelidad de los camaradas para enviarlos conscientemente a la muerte, para hacer así héroes y mitos en provecho de su política revisionista. Esto supondría la desaparición sistemática de distinguidos jefes españoles de la Rèsistance. Cuando penetraban en España se encontraban desprovistos de puntos de apoyo, sin dinero, sin hallar los contactos que habían de tener con otras fuerzas, que únicamente existían sobre los papeles de Carrillo, el cual teóricamente controlaba esta resistencia interior, unas “zonas de guerrilla” pura ilusión. Carrillo sabía muy bien que en España no quedaba nada organizado porque todos habían marchado en 1939 para salvar el pellejo. Para sobrevivir morían atracando estancos, almacenes, bancos, ya que no recibían nada de Francia.
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