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Guerra Civil Española

Cristino ingresa en 1930 en la Juventud Comunista y e n 1934 participa en la revolución de Asturias, actuando como dinamitero en los asaltos a cuarteles de la guardia civil.

El inicio de la guerra civil española le coge en Sevilla como fogonero en el barco mercante “Luis Adaro”, donde capitaneando a sus compañeros se adueñan del barco, ayudando a escapar a los dirigentes del PCE en Sevilla Gregorio Blanco y Miguel Casero.

 

   
 
Cartilla Militar

El Diario Noroeste, del martes 6 de agosto de 1936, escribe lo siguiente: “Procedentes de Sevilla llegaron ayer a Avilés varios tripulantes del vapor “Luis Adaro” que salió de Sevilla el día 1 de Agosto. El vapor “Luis Adaro” pertenece a la Casa Armadora Gumersindo García, de Gijón y está mandado por el Capitán José Plá de Avilés.

Este buque regresó vacío y había llevado carbón a Sevilla que, aunque era para otra industria, fue requisado y destinado a la Fábrica de Gas. La salida del “Luis Adaro” de Sevilla rebela la desorientación que allí reina y el escaso conocimiento que las mismas autoridades tienen de la situación general de España, pues primero se había autorizado al barco para salir, luego se le denegó el permiso y por último, ante las autoridades militares, solicitaron los representantes de la Casa armadora que fuese despachado el buque y, entonces consultado algún jefe, se les preguntó:

- ¿A dónde va este buque?

- Al puerto de Avilés- contestaron.

En su vista las autoridades consultaron un mapa y respondieron:

•  Pueden ustedes salir, porque Avilés es nuestro.”

   
 
Hay indicios de que el barco traía armas y municiones para Asturias tras pasar por Casablanca. El “Luis Adaro” es capturado el 9 de septiembre de 1937 por el crucero nacional “Almirante Cervera”, a la altura del Cabo Peñas, durante las operaciones de evacuación de Asturias.

Tras su llegada se incorpora a un destacamento de mineros, el batallón 46 de Asturias, con el que realiza varias incursiones en la retaguardia enemiga e intercepta el paso de una columna enemiga volando un puente –en el tramo entre Grado y Luarca- cuando pasaba el tren que la transportaba. En octubre de 1936 pasa a la Escuela de Especialistas de Santander, donde lo llaman “El camaradín”, porque así llamaba él a todos los que trabajaban en la Escuela.

Tras la ruptura del frente Norte, sale de Asturias el 21 de octubre de 1937 en un barco pesquero junto con otros compañeros, siendo recogidos por barcos de guerra ingleses que los llevan a Francia. Una vez llega a Barcelona tras pasar la frontera, forma parte de la 235 Brigada del XIV Cuerpo del Ejército Guerrillero, tomando el mando de la Brigada con cargo de teniente tres meses antes de pasar a Francia. Su misión en este cuerpo de élite de guerrilleros es actuar detrás de las fuerzas enemigas con actos de sabotaje, recogida de información, misiones de vanguardia en acciones nocturnas y como fuerza de choque en situaciones comprometidas.

Es Juan Negrín, entonces jefe del Gobierno y ministro de Defensa, quien en septiembre de 1937 alumbra el XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero –que era la denominación del Ejército republicano vasco hasta la caída del frente Norte-, con la misión de dificultar los movimientos enemigos. Conforme al Diario Oficial de 1 de octubre la jefatura se le entrega a Domingo Ungría, y es nombrado comisario político Pelegrín Pérez.

Cuando lucha en la región catalana-aragonesa, sucede un hecho que demuestra quién era Cristino y que narra Celso Amieva en su libro “Asturianos en el destierro”:

Álvarez del Vayo, ministro de Negocios Extranjeros de la República, llega de Ginebra a Barcelona, se entrevista con el general Rojo, jefe del E.M. del Ejército Popular. El ministro inglés de Relaciones Exteriores, mister Eden, a quien Hitler muy acertadamente llamó “el tonto mejor vestido de Europa”, niega en la Sociedad de Naciones que en España haya una intervención militar alemana. En el Foreing Office—dice, muy cínico—no obran datos que permitan asegurar que ella existe.

Vayo piensa cómo poner en la picota a Eden por embustero. Le pide ayuda a Rojo. Y Rojo da una orden: “Hágase venir de la retaguardia enemiga al teniente Cristino García”. Cuando, días después, llega Cristino a Barcelona, Rojo le explica lo que le pasa a Vayo. Y concluye: “Tendrás que hacer prisionero a un alto jefe alemán y traérselo a Vayo para que se lo refriegue a mister Eden por las narices.”

Cristino no pregunta de qué tamaño y color quiere Vayo su jefe de la Wehrmacht. Lo único que dice que la captura del tal puede requerir mucho tiempo. Cristino se va y el tiempo transcurre. Quizá ni Vayo ni Rojo se acuerden ya de la misión encomendada a Cristino, pero Cristino se presenta un día a Rojo con dos prisioneros alemanes que ha hecho: un general y un coronel. Desgraciadamente se ha hecho tarde, empieza a desplomarse el frente de Cataluña. Es el desastre final.”

Su última misión antes de salir de España en febrero de 1939, es hacer de escolta al Comité Central del PCE en Agullana (Gerona).

 

 

   
 

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